lunes, 19 de marzo de 2012

Enseñar la vagina como símbolo de poder

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Enseñar la vagina como símbolo de poder
 Ana suromai es el nombre griego por el que conocemos la costumbre antigua de levantarse las faldas y mostrar la vagina como símbolo de poder y fuerza. Este gesto se encuentra en la mitología y los ritos de muchos pueblos, por lo que se cree que en la antigüedad debía de ser una costumbre bastante extendida que se usaba para alejar a los malos espíritus, para mostrar poder o para avergonzar al enemigo en medio de una batalla.

La vagina y el poder

En el contexto europeo tenemos el mito griego de Belerofonte, que tuvo que retirarse cuando las mujeres del pueblo que le quedaba por conquistar le enseñaron sus sexos, y el de Baubo, que hizo reír a Démeter al mostrarle su vagina y así restableció el orden en la tierra. También encontramos este gesto en la leyenda de Cuchulain, el héroe de la fundación mítica de Irlanda, al que cerraron el paso 150 mujeres que le enseñaban lavagina, obligándole a retirarse.
Aquí en España una antigua leyenda cuenta que las mujeres le enseñaban la vagina al mar cuando sus maridos se embarcaban para ir a pescar, a modo de amenaza. Así el mar se calmaba y sus maridos volvían. “La mar es posa bona quan veu el cony de una dama”, reza un antiguo dicho catalán.
Fuera de contexto europeo también encontramos esta costumbre el algunas tribus africanas. Por ejemplo, para los pueblos que siguen conservando las estructuras familiares tradicionales en el este de Camerún la mayor ofensa que se puede hacer a una mujer es decirle que tiene la vagina podrida. Cuando recibe este insulto, la mujer le muestra la vulva al agresor, hecho que le humilla y le maldice. Este rito recibe el nombre de anlu y su importancia se debe a que la descendencia es matrilineal, es decir, la posición social depende de quién sea tu madre y no tu padre.
Para nuestras antepasadas, levantarse las faldas y enseñar la vagina era un símbolo de poder. ¿Os imagináis que esto sucediese ahora? Pensad en una guerra o en la invasión de un país, como en los conflictos recientes en Irak o Afganistán.
Imaginad que de pronto veis en el telediario un montón de mujeres que se ponen delante del ejército (formado en su mayoría por hombres), se suben la falda y les enseñan la vulva. La guerra no podría continuar. Sería imposible seguir luchando así o disparar contra ellas. Puede que no sea una mala idea recuperar esta práctica.

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