¿Tienes localizado tu punto G?
Pero es posible que hayas intentado encontrarlo sin éxito y te hayas preguntado qué pasa contigo que no lo localizas. ¿Es que no lo tienes?, ¿eres muy torpe al buscarlo?... Quizás, ¿no existe?
El punto “G” debe su nombre al patronímico del ginecólogo que lo describió en 1950: Ernst Gräfenberg. Según este autor, las mujeres tienen en la cara anterior de su vagina, a unos cuatro o cinco centímetros de la entrada, una rugosidad abultada del tamaño de una moneda de cinco centavos, bien delimitada, que adecuadamente estimulada podía llevarlas al orgasmo vaginal.
Además, ocasionaría la eyaculación de un líquido diferente de la orina a través del meato urinario. Desde entonces, numerosas mujeres buscan el famoso y huidizo punto “G” o piden a sus hombres que se lo encuentren para no dejar de tener esos esquivos orgasmos vaginales.
Controversia sobre su existencia
Existe una notable controversia sobre la existencia del punto “G”. Los estudios anatómicos realizados seriamente sobre vaginas vivas y muertas no han sido capaces de encontrar ninguna estructura que pueda identificarse con él. Cosa que no puede extrañar demasiado porque las paredes vaginales están cubiertas en toda su superficie por numerosas rugosidades. Y resaltar un repliegue específico entre tantos no es tarea fácil.
Por otra parte, es extraño que una estructura anatómica real esté presente en unas mujeres sí y en otras no. Es como si tener dos ojos en la cara fuera algo que no se diera en un número importante de mujeres.
Sin embargo, esa experiencia científica inequívoca de ausencia de estructura anatómica vaginal identificable con el punto G contrasta con la afirmación del 10% al 20% de las mujeres que aseguran tocar algo ahí dentro que es especialmente sensible a los estímulos eróticos e identifican con el famoso punto.
Los investigadores niegan su existencia y algunas mujeres afirman lo contrario. Tiene que haber alguna forma de conciliar ambos testimonios. Alguna explicación.
Sensibilidad importante
Lo que sí es cierto es que casi todas las mujeres (94%) comunican que la pared anterior de la vagina tiene una sensibilidad voluptuosa muy importante; bastante más que la pared posterior. Y, de ellas, la mayoría afirma que consiguen excitarse sexualmente mucho, autoestimulando esa zona; llegando a situarse a veces muy próximas al orgasmo.
Tales experiencias permitirían aceptar hablar del punto G como una evocación vicaria de la sensibilidad erógenavaginal, aunque carezca de naturaleza anatómica propia. Pero no explica que las mujeres insistan en que, además de lo dicho, ellas encuentran una zona abultada más concreta de esa pared vaginal anterior, cuando ya están excitadas, que identifican con el célebre punto.
Mayor facilidad cuando están sexualmente excitadas
¿Pero qué es lo que tocan esas mujeres? Probablemente el tejido esponjoso que rodea a la uretra, cuando entra en erección durante el proceso de excitación sexual, como el tejido esponjoso del clítoris y el que rodea a la entrada de la vagina.
La proximidad de la pared anterior de la vagina y de la uretra facilitaría esa “palpación” transvaginal y explicaría definitivamente el sustrato físico del fantasmal punto G. Lo que las mujeres tocan realmente en sus vaginas es el abultamiento que ocasiona en la cara anterior de la misma el tejido esponjoso uretral hinchado; por eso lo tocan con mayor facilidad cuando están sexualmente excitadas que cuando se hacen una exploración vaginal “en frío”.
En esta última situación, ningún tejido eréctil se encuentra congestionado y por eso no resulta palpable. Y que su estímulo las excite más y las lleve incluso al borde del orgasmo no es más que fruto de la sensibilidad erótica que tiene toda la pared anterior de la vagina. Así quedaría resuelta la polémica suscitada entorno al famoso y fantasmal punto G.
¿Quieres intentar localizártelo tú misma?
Lo mejor es que te acuestes en la cama boca arriba. Aunque también puedes hacerlo sentada en el excusado o en el bidet. Y nada de estar relajada... Ya se ha dicho que el punto G es realmente el tejido esponjoso que rodea a la uretra hinchado por la excitación sexual...
Luego lo que tienes que conseguir es excitarte sexualmente cuanto más mejor. Y para eso utiliza lo que mejor te parezca: una película porno, un relato erótico, una fantasía excitante..., o mastúrbate directamente.
Cuando ya estés muy, muy excitada, introduce tu dedo medio en la vagina. No encontrarás muchos problemas a eso porque tu propia humedad lo facilitará. Introdúcelo en toda su longitud... y cuando el nacimiento del dedo en la mano se tope con el borde de la vagina ya habrás localizado en el camino, con el borde del dedo, un abultamiento destacable en la cara anterior de la vagina. Eso es el tejido esponjoso que rodea a la uretra hinchado por la excitación sexual... o, si lo prefieres: tu punto G.
Si lo masajeas en pequeños círculos o haciendo avanzar y retroceder el borde del dedo sobre él, notarás que tu excitación sexual aumentará y, quizás, que el citado punto también crecerá algo más de tamaño.
Puedes seguir estimulando si quieres y, posiblemente, te coloques al borde del orgasmo o lo consigas plenamente. No olvides que situando la mano sobre la vulva para introducir el dedo medio es difícil evitar que el clítoris reciba también su estímulo. Por eso no te extrañes que consigas llegar al orgasmo. Pero tampoco te extrañes de necesitar estimular el clítoris de un modo más directo, con la otra mano, por ejemplo. No tardarás en llegar al orgasmo. Y podrás decir que lo lograste estimulando tu “punto G”.
Advertencias
Pero, ¡ojo! Algo más del 80% de las mujeres que consiguen orgasmos estimulando el citado punto, afirman que suelen ir acompañados de la expulsión a presión de un líquido que no saben decir si procede de la uretra o de la vagina. Se trata de la eyaculación femenina.
Si no estás prevenida puedes creer que te has orinado. O peor aún: si tu eyaculación es muy abundante puedes mojar las sábanas de un modo que te resulte vergonzoso.
No te extrañes tampoco si tienes una sensación próxima a la necesidad de orinar cuando estimulas esa zona. Recuerda que estás tocando la uretra a través de la pared anterior de la vagina, por lo que parece razonable que desencadenes esa sensación. Si temes orinarte, ve al baño antes de iniciar tu sesión exploratoria.
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