Los masajes eróticos en las piernas pueden producir un placer muy intenso, ya que la cara interna de los muslos es unazona erógena muy cercana a los genitales. Acariciar esta zona y masajearla adecuadamente no solo puede ayudarnos a encontrarnos mejor con nosotros mismos, sino que además puede servir para despertar el deseo sexual en nuestra pareja. A continuación os damos una pequeñas pistas para que consigáis las dos cosas.
El mejor lugar para comenzar el masaje es el tobillo, de forma que después podamos ir asciendo poco a poco hacia las zonas más erógenas de la pierna. Colocamos ambas manos en el tobillo de nuestra pareja y deslizamos las manos hacia arriba, a lo largo de toda la pierna. Cuando llegamos a la pelvis, debemos girar las manos hacia fuera y deslizarlas hacia abajo por la parte interior de la pierna.
Lo más aconsejable es repetir este movimiento varias veces, hasta que consigamos que la musculatura de la pierna se relaje. Eso permitirá que nuestra pareja se deje llevar y vaya adentrándose cada vez más en la sensación de placer y bienestar que le proporciona el masaje sensual, para así poder empezar a acariciar zonas más erógenas.
Una vez que hemos hecho el paso anterior en ambas piernas volvemos al muslo, donde repetiremos los movimientos anteriores pero más cortos y sin pasar de la rodilla, centrándonos sobre todo en la cara interna de la pierna. Cada movimiento debe empezar un poco más arriba y terminar un poco más abajo que el anterior, de forma que cada vez sean más amplios. Una vez que hayamos acabado con la primera serie de movimientos, la repetimos varias veces en cada pierna.
A continuación, pasamos a masajear únicamente la cara interna del muslo para lograr estimular la zona erógena. Colocamos una mano en la rodilla y la otra en la parte superior del muslo. En un primer momento, la mano que está en la rodilla permanecerá quieta, y solo moveremos la otra. Aplicamos una ligera presión con el pulgar colocado en la parte del muslo opuesta a los otros dedos y deslizamos la mano hacia abajo, en dirección a la rodilla. Enseguida, subimos la mano de nuevo a la pelvis y realizamos el mismo movimiento con la otra mano, pero en sentido ascendente. Así, lograremos estimular la zona más cercana a los genitales, lo que sin duda hará que se despierte el deseo.